lunes, 26 de enero de 2009

El Nuevo Orden Mundial Plan para Esclavizar y Controlar al Mundo YA

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domingo, 25 de enero de 2009

Debemos Guardar los 10 Mandamientos

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¿Hay Vida despues de la Muerte?

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El Regreso de Jesucristo

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La Biblia es digna de Confianza

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Que debemos hacer para ser salvos

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viernes, 23 de enero de 2009

Signo del Diablo

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sábado, 17 de enero de 2009

Un chip implantado es el objetivo de control total

Visite este inteseante blog y vea todos los demas temas que tiene:
http://trinityeyes.wordpress.com/2008/08/18/chip-implantado-el-objetivo-final/

Control Total

Visite este interesante blog y descubra el control total del mundo:
http://trinityeyes.wordpress.com/2009/01/13/control-total/

Visita de Juan Pablo II a Tierra Santa





Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Tierra Santa utilizó un trono con una cruz invertida, la cual es utilizada por los satanistas del mundo.
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" La Cruz Invertida es una blasfemia hacia la Cruz de Cristo" The Texas Cop Shop Occult Dictionary
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De acuerdo a Exposing_Satanism, la "Cruz invertida simboliza la blasfemia y rechazo de Jesús. Son llevadas en collares por muchos satanistas. Pueden ser vistas en muchos cantantes de rock y en la portada de sus álbumes.
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Un auto-denominado Satanista dice que muchos utilizan la Cruz invertida para simbolizar su aversión a la Cristiandad. Es el significado moderno de "anti-Cristiano" y se usa y se reconoce como a tal en el mundo de hoy...
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La definición siguiente viene del libro, "Brave New School" por Berit Kjos--

CRUZ INVERTIDA: Representa Satanismo y su burla de Cristo.

El trono o silla papal.


Notese que atras del trono o silla papal que han usado todos los papas modernos incluyendo al actual Papa Benedicto XVI (el alemán Joseph Ratzinger), se ve claramente una imagen demoniaca que muestra a la serpiente antigua llamada Diablo o Satanás ¿Porqué será? ¿A quien representa el Papa?.

Eventos Finales PARTE 7

Eventos Finales PARTE 6

Eventos Finales PARTE 5

Eventos Finales PARTE 4

Eventos Finales PARTE 3

De click para ver el video:

Fuente:http://lacruzsalva.blogspot.com

Eventos Finales PARTE 2

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Fuente:http://lacruzsalva.blogspot.com

jueves, 1 de enero de 2009

Orden de los eventos del Fin del Mundo

http://usuarios.lycos.es/iglesia_militante/eventosfinales.htm

Mensaje para los hermanos Católicos Romanos

http://www.ankerberg.com/Articles/_PDFArchives/roman-catholicism/RC4W0799.pdf

La Iglesia Catolica establece que SOLO CRISTO SALVA

Tomado del sitio:
http://www.vicariadepastoral.org.mx/3_magisterio_pontificio/redemptoris/redemptoris_02.htm
JESUCRISTO ÚNICO SALVADOR

4. El cometido fundamental de la Iglesia en todas las épocas y particularmente en la nuestra —como recordaba en mi primera Encíclica programática— es "dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia el misterio de Cristo" 4

La misión universal de la Iglesia nace de la fe en Jesucristo, tal como se expresa en la profesión de fe trinitaria: "Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos... Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y, por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre" 5 En el hecho de la Redención está la salvación de todos, "porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno Cristo se ha unido, para siempre, por medio de este misterio" 6 Sólo en la fe se comprende y se fundamenta la misión.

No obstante, debido también a los cambios modernos y a la difusión de nuevas concepciones teológicas, algunos se preguntan: ¿Es válida aún la misión entre los no cristianos? ¿No ha sido sustituida quizás por el diálogo interreligioso? ¿No es un objetivo suficiente la promoción humana? El respeto de la conciencia y de la libertad ¿no excluye toda propuesta de conversión? ¿No puede uno salvarse en cualquier religión? ¿Para qué, entonces, la misión?

"Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6)

5. Remontándonos a los orígenes de la Iglesia, vemos afirmado claramente que Cristo es el único Salvador de la humanidad, el único en condiciones de revelar a Dios y de guiar hacia Dios. A las autoridades religiosas judías que interrogan a los Apóstoles sobre la curación del tullido realizada por Pedro, éste responde: "Por el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros... Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Act 4, 10. 12). Esta afirmación, dirigida al Sanedrín, asume un valor universal, ya que para todos —judíos y gentiles— la salvación no puede venir más que de Jesucristo.

La universalidad de esta salvación en Cristo es afirmada en todo el Nuevo Testamento San Pablo reconoce en Cristo resucitado al Señor: "Pues —escribe él— aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo, bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Cor 8, 5-6). Se confiesa a un único Dios y a un único Señor en contraste con la multitud de "dioses" y "señores" que el pueblo admitía. Pablo reacciona contra el politeísmo del ambiente religioso de su tiempo y pone de relieve la característica de la fe cristiana: fe en un solo Dios y en un solo Señor, enviado por Dios.

En el Evangelio de san Juan esta universalidad salvífica de Cristo abarca los aspectos de su misión de gracia, de verdad y de revelación: "La Palabra es la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (cf. Jn 1, 9). Y añade: "A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha revelado" (Jn 1, 18; cf. Mt 11, 27). La revelación de Dios se hace definitiva y completa por medio de su Hijo unigénito: "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo los mundos" (Heb 1, 1-2; cf. Jn 14, 6). En esta Palabra definitiva de su revelación, Dios se ha dado a conocer del modo más completo; ha dicho a la humanidad quién es. Esta autorrevelación definitiva de Dios es el motivo fundamental por el que la Iglesia es misionera por naturaleza. Ella no puede dejar de proclamar el Evangelio, es decir, la plenitud de la verdad que Dios nos ha dado a conocer sobre sí mismo.

Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres: "Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno, y de este testimonio —digo la verdad, no miento— yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad" (1 Tim 2, 5-7; cf. Heb 4, 14-16). Los hombres, pues, no pueden entrar en comunión con Dios, si no es por medio de Cristo y bajo la acción del Espíritu. Esta mediación suya única y universal, lejos de ser obstáculo en el camino hacia Dios, es la vía establecida por Dios mismo, y de ello Cristo tiene plena conciencia. Aun cuando no se excluyan mediaciones parciales, de cualquier tipo y orden, éstas sin embargo cobran significado y valor únicamente por la mediación de Cristo y no pueden ser entendidas como paralelas y complementarias

6. Es contrario a la fe cristiana introducir cualquier separación entre el Verbo y Jesucristo. San Juan afirma claramente que el Verbo, que "estaba en el principio con Dios", es el mismo que "se hizo carne" (Jn 1, 2.14). Jesús es el Verbo encarnado, una sola persona e inseparable: no se puede separar a Jesús de Cristo, ni hablar de un "Jesús de la historia", que sería distinto del "Cristo de la fe". La Iglesia conoce y confiesa a Jesús como "el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Cristo no es sino Jesús de Nazaret, y éste es el Verbo de Dios hecho hombre para la salvación de todos. En Cristo "reside toda la plenitud de la divinidad corporalmente" (Col 2, 9) y "de su plenitud hemos recibido todos" (Jn 1, 16). El "Hijo único, que está en el seno del Padre" (Jn 1, 18), es el "Hijo de su amor, en quien tenemos la redención. Pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col 1, 13-14.19-20). Es precisamente esta singularidad única de Cristo la que le confiere un significado absoluto y universal, por lo cual, mientras está en la historia, es el centro y el fin de la misma: 7 "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin" (Ap 22, 13).

Si, pues, es lícito y útil considerar los diversos aspectos del misterio de Cristo, no se debe perder nunca de vista su unidad. Mientras vamos descubriendo y valorando los dones de todas clases, sobre todo las riquezas espirituales, que Dios ha concedido a cada pueblo, no podemos disociarlos de Jesucristo, centro del plan divino de salvación. Así como "el Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre", así también "debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en forma sólo de Dios conocida, se asocien a este misterio pascual" 8 El designio divino es "hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef 1, 10).

La fe en Cristo es una propuesta a la libertad del hombre

7. La urgencia de la actividad misionera brota de la radical novedad de vida, traída por Cristo y vivida por sus discípulos. Esta nueva vida es un don de Dios, y al hombre se le pide que lo acoja y desarrolle, si quiere realizarse según su vocación integral, en conformidad con Cristo. El Nuevo Testamento es un himno a la vida nueva para quien cree en Cristo y vive en su Iglesia. La salvación en Cristo, atestiguada y anunciada por la Iglesia, es autocomunicación de Dios: "Es el amor, que no sólo crea el bien, sino que hace participar en la misma vida de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En efecto, el que ama desea darse a sí mismo" 9

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Solo Jesucristo SALVA

Por Ex-miembro del Opus Dei



Estimado Daniel: He decidido escribirle mi testimonio personal, de mi encuentro con Jesucristo, porque creo que puede ser de beneficio para algunas personas.

Nací en un hogar católico, como muchos, de padres muy devotos y practicantes. Desde pequeño estuve rodeado de sacerdotes, religiosos y monjas, a quienes tenía en gran estima. Ellos me enseñaban muchas prácticas piadosas, que reforzaban las enseñanzas de mi hogar; rezaba interminables rosarios, y toda clase de novenas a diferentes advocaciones de la Virgen y a distintos Santos. Me confesaba con frecuencia, y al llegar a la adolescencia me aquejaban los denominados "escrúpulos"; me confesaba una y otra vez, con grandes temores de irme al Infierno, si se me olvidaba algún pecado. Mi problema de escrúpulos era tan grande que más de una vez fui echado del confesionario por un sacerdote que consideraba que era demasiado pronto para volverme a confesar.

Cuando ingresé a la Universidad, conocí a una agrupación de católicos que decían ser "Cristianos en Medio del Mundo". Eran jóvenes de familias acomodadas y de agradable presencia. Hacían énfasis en acercarse a los buenos estudiantes y a los adinerados. Poco después conocí que estos jóvenes católicos pertenecían al OPUS DEI. Participé durante diez años en actividades de esta institución romana, con prácticas de auto-flagelación, a las que llaman "disciplinas". Observé el reclutamiento de niños de catorce años, a los que se les hace jurar silencio a sus padres, acerca de su afiliación al grupo, prometiendo a tan tierna edad que practicarán el celibato, la pobreza y la obediencia; también me percaté del reclutamiento de jovencitas de la clase pobre, a las que llaman "Numerarias Sirvientas" o "Numerarias Auxiliares", que son verdaderas esclavas de los componentes del grupo llamados Numerarios. Esas jovencitas no tienen derecho a prestaciones ni a seguridad social. En los círculos de formación del
Opus Dei -La Obra, para los íntimos- se hablaba de "Las Glorias del Papado" y se criticaba al protestantismo.

Mi fanatismo de aquellos días se estaba resquebrajando ante tanta incongruencia: ¿Celibato? Conocí a un sacerdote cuya secretaria era su amante y tenía dos hijas con ella, con pleno conocimiento del obispo. ¿Pobreza? los dirigentes eclesiástico viven como millonarios, y pude constatar que eran asiduos de un club exclusivo de mi ciudad. ¿Obediencia? ¿A quién? ¿Al Papa, que vive como un Rey, en un palacio? Cristo no tenía donde recostar su cabeza, pero el Papa es millonario. En la Universidad me hablaron de Alejandro VI, el Papa Borgia, que vivía una vida de fornicación y asesinato. ¿Cómo puede ser infalible un Papa así?

Alguien en mi interior me decía: "Hijo mío, sal de ella, para que no te hagas cómplice de sus pecados". Pero obstinado seguí en el error.

Me uní a algunos miembros del Opus Dei que escribían en su tiempo libre lo que se denomina APOLOGETICA. Estaba dispuesto a escribir en contra de Martín Lutero, por lo que busqué literatura católica al respecto. Encontré un libro titulado: "¿Quién era Martín Lutero?" escrito por el sacerdote católico Joan Busquets. Encontré que Lutero había visto en la institución católico romana las mismas faltas que percibí. El lamentable espectáculo que vio Lutero en Roma, los penitentes subiendo de rodillas la Scala Sancta, se parecía al triste espectáculo de las nalgas y espaldas nuestras, cubiertas de sangre por latigazos auto-infligidos. Surgió en mi mente la pregunta: ¿ Por qué azotarme? ¿Cristo no pagó por mis pecados en la cruz? La amargura de la duda traspasó mi alma. ¿Qué sentido tiene arrodillarme delante del "Santísimo Sacramento", temblando, como lo hacía yo, si Dios está ahí y está en todas partes? Igual debía arrodillarme en la calle y en la Universidad, porque Dios está también allí. Más dudas.

Por fin, llegué a la parte del libro donde Lutero re-descubre a Jesucristo: "No me avergüenzo de anunciar el evangelio, que es el poder de Dios para salvar a todo el que cree... porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, de fe en fe, tal como está escrito: EL JUSTO VIVIRÁ POR LA FE". Las lágrimas surcaban mis mejillas. Del fondo de mi alma dije con Lutero: JESUCRISTO ES MI SALVADOR. No el Papa, un millonario que vive en Italia; No Escrivá de Balaguer, con su título de Marqués de Peralta; Jesucristo es mi Papa, mi obispo, mi sacerdote. No más auto-flagelación, no más adoración disfrazada de veneración a Santos, Vírgenes ni ángeles. Sólo Jesucristo salva. Ese es mi mensaje y quiero gritarlo
al mundo.

Hermano que me lees, quiero cerrar mi testimonio con una oración, de mi propia invención que me da mucha paz. Acompáñame ahora si sientes que describe lo que tienes en el corazón: "Señor Jesús, te acepto como mi Señor y Salvador; Sé que rechazas al Opus Dei y al Catolicismo Romano, como invenciones puramente humanas, y confío en tu obra salvadora; sé que pagaste por mis pecados en la cruz, por lo que no requiero auto-flagelarme. Gracias Jesús. Amén".

Eventos Finales Parte I

Eventos Finales Introducción